Somos malos de verdad

Decía una canción infantil, de cuando los nietos de Don Eduardo aún no tenían pelos en las piernas, algo así como: «los hermanos Malasombra somos malos de verdad, somos como una espina que solo sabe pinchar y más malos que la quina».

Seguramente los hermanos Malasombra serían del Atleti, como Hitler, Stalin, el inventor de la Cruzcampo, al que se le ocurrió poner la «b» y la «v» juntas en el teclado y el que incluyó la flauta dulce como materia educativa.

Mala gente que camina y va apestando la tierra, genocidas, sátrapas, crápulas…

Esta peligrosa logia, y es hora de poner las cartas sobre la mesa, exige a los nuevos miembros un certificado de penales bien cargado. Si se carece de él, es imposible siquiera, que se les permita simpatizar. En el caso de los niños, los padres se comprometen -so pena de perder su estatus de simpatizante o socio- a que tengan causas con la ley antes de los 10 años.

Aún así, resulta que el Atleti tiene 130.000 socios (según la SAD) y cientos de miles de seguidores en todo el mundo. Entre todas esas personas hay abogados, periodistas, sacerdotes, militares con y sin graduación, mediopensionistas, jubilados, marinos mercantes, estudiantes de fisioterapia, tarotistas, publicistas… pero a todos nos une un atributo común: somos unos hijos de puta.

Eso es lo que nos quiere hacer creer la prensa, ese es el relato y la tesis que se defiende en los medios, lo que ha llevado a la prensa a señalarnos una y otra vez, a los políticos a firmar condenas y a Pelé a alzarse furioso desde Brasil (y eso que Pelé, de un tiempo a esta parte, tiene problemas para alzarse por sí solo).

Y el resto de las personas de bien baja las persianas cuando escucha el himno del Atleti, los padres esconden a sus hijas, los niños sienten un escalofrío si se junta el rojo y el blanco por azar en su estuche…

Si el resto de la humanidad es tan simple como para ser manipulada por un periodista deportivo al sueldo de un oligarca viudo con problemas de visión, no tenemos nada más que hablar.

Aceptemos que somos malos, pero malos de verdad. Locos, malos y peligrosos, como nos definió la prensa inglesa, que tiene un retraso similar a la española, pero con el agravante de ser ingleses.

Ya saben, gentes de bien, cierren las ventanas, que los patibularios y las arrabaleras del Atleti no nos vamos a ir a ningún sitio. Seguiremos molestando porque, se me olvidaba, ese sí es un atributo que tienen los cientos de miles de seguidores de este otrora club: somos molestos y no nos plegamos a lo que nos quieren hacer tragar como «ser buenos».

Texto perpetrado por Miguel Nicolás O’Shea


3 respuestas a “Somos malos de verdad”

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