La suerte de no tener que elegir
La vida es una cosa bastante complicada, la verdad. Pero ¿qué es lo que nos complica la existencia?
Básicamente el tener que elegir entre múltiples opciones y el riesgo que conlleva equivocarse. Desde que nos levantamos por la mañana nos enfrentamos a decisiones: ¿me levanto ya o me quedo 5 minutos más? ¿me tomo otro café o ya voy servido? ¿voy en coche o en transporte público?…
Luego hay otras decisiones mucho más trascendentales, que tienen miga, como el si deberías cambiar de trabajo o tener un hijo. Estas, al ser profundas, también implican mucha reflexividad (lo que es un coñazo).
«A ver, irlandés, que yo he venido a leer del Atleti. No te pongas filosófico». Un poco de paciencia, cojones, que ya voy a lo que voy.
Reflexiona por un momento en aquellas cosas sobre las que no tienes dudas. Salen realmente pocas, pero seguro que una es la respuesta a la siguiente pregunta: «¿Del Atleti o del Madrid?».
Sólo con leerlo te entra entre un sarpullido y un ataque de risa. Ante esto no hay el más mínimo margen de error ni espacio para la vacilación. Nosotros somos del Atleti.
Y digo somos porque no lo hemos elegido, es algo consustancial a la existencia como el astigmatismo, la forma de andar o tener suerte para aparcar. Son cosas, en muchos casos hereditarias, que ocurren y nos definen.
Ser del Atleti implica estar absolutamente convencido de algo y pocas cosas unen tanto como esa certeza. El dar con alguien que lleva las rayas rojiblancas por dentro se convierte, de manera inmediata, en un vínculo.
Cuando los directivos de la SAD (que el demonio confunda) reducen a un negocio lo que para nosotros es pertenencia, están aplicando una lógica mercantilista a lo que es ser del Atleti.
Nadie en su sano juicio siente ese vínculo del que hablamos con otro fulano por ser de La Mutua o tener una cuenta en el BBVA. Todavía no he conocido a nadie que se quede sin cenar si Zardoya Otis presenta malos números en septiembre o que deje de entrar en un bar porque el dueño es de Netflix y uno es fiel a HBO. Pero el Atleti… ¡Ay amigo! el Atleti es otra cosa.
Por eso debemos celebrar el hecho de no tener que elegir, de sabernos en el camino correcto aunque no sea siempre el más fácil.
No creo que seamos el pueblo elegido, pero tengo claro que somos diferentes y, qué cojones, mejores que otros. Esto lo digo desde el conocimiento de causa.
He visto a mis amigos y hermanos volcarse en un millón de iniciativas solidarias, conseguir fondos para una silla de ruedas o para una cirugía, llevar al hospital a la hija de un compañero a cientos de kilómetros y acompañarla el tiempo necesario, ofrecerse siempre a lo que sea, tener una palabra de ánimo y un puño si hace falta.
Por eso me da igual lo que pase en el partido del domingo contra «el equipo más ladrón de la capital» que diría mi querido Muros. Muchos de esos aficionados han elegido «ser del Madrí» por lo que pueden cambiar de elección como el que salta de BP a Repsol porque regalan un disco de El Venao.
Nosotros nos acostaremos borrachos o sin cenar (alguno las dos cosas), pero seguiremos respondiendo sin dudar: «¿Yo? Del Atleti».
El Atleti te elige a ti. No se puede remediar. Si te elige estás perdido: jamas podrás dejarlo.
Pero, si te ha elegido ¿Quién quiere dejarlo? ¿Dónde se iba a estar mejor?